Cada año aumenta el número de parejas que deciden poner fin a su convivencia tras las vacaciones.
En nuestro país, las estadísticas muestran que los divorcios se producen habitualmente en el tercer trimestre del año, especialmente en septiembre, que es cuando volvemos a la rutina diaria, tras el periodo vacacional. Pero no es el único mes en el que sucede, también ocurre después de las semanas festivas de Navidad y de Semana Santa.
Desde MagasIn hemos querido conocer las causas de las rupturas de las parejas en este periodo, así como los procedimientos y los pasos que deben seguir quienes estén en este trance. Para ello, contamos con la opinión de tres expertas abogadas.
El infierno de las vacaciones
A pesar, de que nos pueda parecer que las vacaciones son un momento ideal para compartir momentos en familia, disfrutar del tiempo de relax juntos y ser una oportunidad para mantener una comunicación más fluida y sin prisas, para muchas parejas este momento se convierte en un infierno.
De forma general, los matrimonios suelen durar de media entre 15 y 16 años y el rango de edad para la mayoría de los divorcios se encuentra entre los 40 y los 50 años.
¿Qué lleva a las parejas a romper en este periodo?
“En nuestro despacho siempre hemos notado tras los periodos vacacionales, especialmente los de verano y Navidad, un incremento de los procedimientos de divorcio y de los de regulación de relaciones paternofiliales, en el caso de parejas no casadas. También aumentan los procedimientos de separación, aunque en menor medida, ya que desde 2005 las y los cónyuges pueden solicitar directamente el divorcio, sin necesidad de acudir al paso previo de la separación”, asegura María José Rodríguez Rojas, titular del despacho Rojas Abogada.
Y añade que: “Creemos que, al existir más horas de convivencia efectiva, aumentan las posibilidades de que se produzcan desavenencias irreconciliables, a diferencia de lo que suele ocurrir el resto del año, donde se minimizan esos conflictos al compartir menos tiempo. Además, al disponer de más tiempo libre, se aprovecha para reflexionar sobre el punto en que se encuentra la relación de pareja y tomar, en su caso, la decisión de poner fin a la misma».
La letrada asegura que los meses de julio y agosto, son inhábiles a efectos judiciales, y esto actúa como «un paréntesis que marca nuestras agendas y las de nuestra clientela».
«Por otro lado, creo que esta estacionalidad también tiene mucho que ver con los nuevos comienzos y los propósitos que nos marcamos anualmente. Sin duda, la de poner fin a una relación estable es una decisión muy importante en la vida de cualquiera. Para algunas personas el año empieza en enero y para otras en septiembre, y las decisiones importantes solemos convertirlas en propósitos u objetivos que nos marcamos para el nuevo año o el nuevo curso” concluye Rodríguez Rojas.
Con lo que coincide la abogada Amalia Calderón: “Indudablemente incide el hecho de que durante el mes de agosto hay cierta paralización judicial al ser ese tiempo inhábil para separaciones, divorcios y establecimiento de medidas en las parejas de hecho. Al regresar de las vacaciones se acumula el trabajo de ese mes con el corriente. Aunque, evidentemente, las vacaciones son un periodo de mayor convivencia de la familia en el que se ponen de manifiesto de forma más evidente los problemas de las parejas y se adoptan decisiones que se han ido postergando, por diferentes razones, durante el año”.
Dos perfiles diferentes
“Nos encontramos con dos situaciones estos días, en septiembre. Por un lado, hay personas a las que el periodo vacacional le ha servido para confirmar su decisión previa y, por tanto, vienen con las ideas muy claras, decididos a llevar a cabo todos los trámites. Y por otro lado, vienen personas que han pasado un periodo vacacional lleno de discusiones y fricciones y quieren informarse acerca de los tramites y consecuencias de la separación o el divorcio, de cara a poder valorar la situación y tomar una decisión”, confirma la abogada Sofía Fierro Domecq.
10% menos que el año pasado
Según el Servicio de Estadística del Consejo General del Poder Judicial, la primera parte de este año ha destacado por la reducción del número de divorcios. En el primer trimestre de 2023 el número de demandas de disoluciones matrimoniales, nulidades, separaciones y divorcios, en total 22.647, disminuyó un 10,3 % respecto al del mismo trimestre de 2022.
No es que haya menos familias que quieren divorciarse, sino que simplemente la necesidad de divorciarse no se ha materializado tanto como en otros comienzos de año, y ello acumula familias que mantienen crisis matrimoniales y familiares sin gestionar.
Además, las tres huelgas que se han sucedido en los Juzgados este 2023 tampoco ha ayudado a facilitar la resolución de procesos judiciales.
Aproximadamente el 30% de los matrimonios que han tomado la firme decisión de divorciarse no están materializando su divorcio por no poder afrontar los gastos que supone hacer vidas por separado, y se ven obligados a seguir viviendo juntos.
La mala situación económica también favorece el hecho de una mayor presión a las familias que a duras penas pueden llegar a final de mes juntas.
Un cambio este año
“Este año hemos notado un cambio significativo», asegura María José Rodríguez.
Y añade: «Habitualmente, nos contactaban tras las vacaciones, y a partir de entonces comenzábamos a trabajar en el caso. Sin embargo, este año ha aumentado el número de personas que han acudido a nosotros antes de las vacaciones de verano, con la intención de informarse, asesorarse y empezar a trabajar en su caso para iniciar los trámites de su divorcio en septiembre”.
“Esto es muy positivo. Es importante adelantarse, tener una estrategia y ponerla en marcha antes de comunicar nada a la otra parte, especialmente cuando se vislumbra que difícilmente va a poder alcanzarse un acuerdo, y que, inevitablemente, se tendrá que acudir a un procedimiento contencioso o cuando hay riesgo de maltrato» confirma.
En este sentido, la letrada recuerda que es muy importante consultar con los y las profesionales de la abogacía con carácter preventivo, antes de que surja cualquier conflicto o problema: «Es una forma de protegerse y situarse en una posición más favorable desde el punto de vista legal para afrontar el proceso, ya que se actuará desde un principio conforme a la estrategia diseñada entre el despacho y el cliente, sin dejar nada a la improvisación o el azar. Además, desde el punto de vista emocional también se preparan y disminuye el nivel de ansiedad que suele generar este tipo de situaciones», concluye.
¿Cómo es el proceso de separación y divorcio?
“En una primera visita, nosotros siempre les aconsejamos lo mismo: que la decisión de separarse o divorciarse debe ser una decisión 100% personal, no influida por terceros y que deben tenerlo muy claro. Ante la más mínima duda, no recomendamos que inicien el proceso, pues no es una decisión que se deba tomar a la ligera”, afirma Sofía Fierro.
Y continúa: “La duración de un procedimiento de separación o divorcio es muy variable y depende de muchos factores. Las fases también varian en función del tipo de procedimiento, si es de mutuo acuerdo o es contencioso».
En el caso de mutuo acuerdo la fase de negociación depende de como estén de cercanas o de lejanas las posturas de una y otra parte. «En el despacho, siempre recomendamos a los clientes un mutuo acuerdo por muchos motivos, pero principalmente porque son ellos los que deciden y no un tercero completamente ajeno a ellos (el juez). Es un acuerdo personalizado a la medida de sus vidas y la mejor manera de comenzar una nueva etapa, máxime cuando hay hijos. Además, el procedimiento judicial de mutuo acuerdo siempre es mucho más rápido. Depende del partido judicial competente pero, en líneas generales, desde que se presenta la demanda con el Convenio y hasta que obtenemos la Sentencia, pueden pasar entre dos y cuatro meses», confirma la abogada.
Y continúa: «Para un procedimiento contencioso, los tiempos y las fases se alargan mucho más. Depende de muchos factores: solicitud de medidas provisionales, periciales psicosociales, etc. En este caso también influye en gran medida el partido judicial competente pero, en líneas generales, estamos hablando de un año aproximadamente desde que se interpone la demanda”.
Familia para siempre
Los abogados insisten en la resolución de manera amistosa. “Lo primero que les aconsejamos es que, siempre que sea posible, resuelvan la situación de forma amistosa, ya que un proceso de mutuo acuerdo evita los enfrentamientos que suelen surgir en un procedimiento contencioso, normalmente es más rápido, menos costoso emocional y económicamente, y menos traumático para las partes y sus hijos», afirma María José Rodríguez.
«También les recordamos que, aunque se divorcien, si tienen hijos en común, nunca van a poder desvincularse totalmente del otro miembro de la pareja porque van a seguir siendo familia. En este escenario, lo más recomendable es llevarse lo mejor posible», confirma.
Consejos de las letradas
Rodríguez Rojas aconseja a sus clientes que «tengan claro el objetivo y actúen en consecuencia, que busquen lo más práctico y no se dejen llevar por el resentimiento, el despecho o el deseo de venganza. Hay que centrarse en lo realmente importante y en lo más práctico y beneficioso para todos, velando por el interés y el bienestar de los menores».
Y en último lugar, «aconsejamos que no oculte nada a su abogado o abogada”, asegura Rodríguez Rojas.
Y añade que: “atendiendo a las circunstancias de cada caso, les damos consejos y pautas sobre lo que deben hacer y lo que no, les decimos que no hagan nada sin consultarnos previamente, que tengan especial cuidado con lo que publican en redes sociales, estados de WhatsApp, etc. porque puede dificultar un acuerdo o ser utilizado por la otra parte para intentar perjudicarles u obtener ventaja”.
Los hijos y los ahorros
Las expertas en separaciones y divorcios coinciden en que uno de los principales conflictos se producen con el tema de los hijos, cuando los hay. “Los mayores conflictos generalmente se plantean cuando se tratan las cuestiones relativas a la custodia de los hijos y económicas. Sin embargo, debemos tener en cuenta que, en este ámbito entran en juego los sentimientos y las emociones, por lo que pueden generarse conflictos en cualquier momento y por cualquier motivo”, asegura Sofía Fierro.
“Personalmente creo que la fase que entraña más dificultad es la primera, la que supone el comienzo del procedimiento. Tomar la decisión de separarse y la forma en que se va a llevar a cabo, es lo que conlleva mayor dificultad y supone un mayor conflicto para las partes. Una vez que el procedimiento ya ha comenzado, la dinámica suele resultar más mecánica. Evidentemente, cuando se acerca la fecha del juicio también se incrementa el conflicto entre las partes pues las respectivas familias (a veces también las amistades) suelen tomar parte activa en dicho conflicto. Pero al tener la estrategia bien definida y las medidas solicitadas claras, incluso en este momento la defensa de la parte es menos compleja que en la primera fase”, confirma Amalia Calderón.
Para María José Rodríguez, “la fase en la que se suelen generar mayores conflictos es aquella en la que los dos miembros de la pareja tienen conocimiento de que se va a producir la ruptura de la relación que mantenían hasta entonces, pero aún conviven bajo el mismo techo. Este es el motivo por el que solemos aconsejar que el cese de la convivencia se produzca cuanto antes”.
¿Es caro o barato un divorcio?
“En general, los honorarios profesionales de la abogacía suelen sorprender gratamente a los extranjeros, pues en la mayoría de los países comunitarios y EEUU los costes son importantes. No obstante, la libertad de honorarios que rige en nuestras leyes (para garantizar la libre competencia) permite que cada despacho tenga su propia tarifa y ello lo que conlleva a que, por el mismo procedimiento, se puedan obtener presupuestos absolutamente dispares”, concluye Calderón.
Para Sofía Fierro, «depende de cada caso y de la complejidad del mismo. Siempre es más económico un divorcio o separación de mutuo acuerdo que un contencioso. Ahora bien, en comparación con otros países de nuestro entorno, es relativamente barato. Y, si ya nos comparamos con Estados Unidos por ejemplo, aquí, definitamente, es más económico», concluye.
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En nuestro país, las estadísticas muestran que los divorcios se producen habitualmente en el tercer trimestre del año, especialmente en septiembre, que es cuando volvemos a la rutina diaria, tras el periodo vacacional. Pero no es el único mes en el que sucede, también ocurre después de las semanas festivas de Navidad y de Semana Santa.
Desde MagasIn hemos querido conocer las causas de las rupturas de las parejas en este periodo, así como los procedimientos y los pasos que deben seguir quienes estén en este trance. Para ello, contamos con la opinión de tres expertas abogadas.
El infierno de las vacaciones
A pesar, de que nos pueda parecer que las vacaciones son un momento ideal para compartir momentos en familia, disfrutar del tiempo de relax juntos y ser una oportunidad para mantener una comunicación más fluida y sin prisas, para muchas parejas este momento se convierte en un infierno.
De forma general, los matrimonios suelen durar de media entre 15 y 16 años y el rango de edad para la mayoría de los divorcios se encuentra entre los 40 y los 50 años.
¿Qué lleva a las parejas a romper en este periodo?
“En nuestro despacho siempre hemos notado tras los periodos vacacionales, especialmente los de verano y Navidad, un incremento de los procedimientos de divorcio y de los de regulación de relaciones paternofiliales, en el caso de parejas no casadas. También aumentan los procedimientos de separación, aunque en menor medida, ya que desde 2005 las y los cónyuges pueden solicitar directamente el divorcio, sin necesidad de acudir al paso previo de la separación”, asegura María José Rodríguez Rojas, titular del despacho Rojas Abogada.
Y añade que: “Creemos que, al existir más horas de convivencia efectiva, aumentan las posibilidades de que se produzcan desavenencias irreconciliables, a diferencia de lo que suele ocurrir el resto del año, donde se minimizan esos conflictos al compartir menos tiempo. Además, al disponer de más tiempo libre, se aprovecha para reflexionar sobre el punto en que se encuentra la relación de pareja y tomar, en su caso, la decisión de poner fin a la misma».
La letrada asegura que los meses de julio y agosto, son inhábiles a efectos judiciales, y esto actúa como «un paréntesis que marca nuestras agendas y las de nuestra clientela».
«Por otro lado, creo que esta estacionalidad también tiene mucho que ver con los nuevos comienzos y los propósitos que nos marcamos anualmente. Sin duda, la de poner fin a una relación estable es una decisión muy importante en la vida de cualquiera. Para algunas personas el año empieza en enero y para otras en septiembre, y las decisiones importantes solemos convertirlas en propósitos u objetivos que nos marcamos para el nuevo año o el nuevo curso” concluye Rodríguez Rojas.
Con lo que coincide la abogada Amalia Calderón: “Indudablemente incide el hecho de que durante el mes de agosto hay cierta paralización judicial al ser ese tiempo inhábil para separaciones, divorcios y establecimiento de medidas en las parejas de hecho. Al regresar de las vacaciones se acumula el trabajo de ese mes con el corriente. Aunque, evidentemente, las vacaciones son un periodo de mayor convivencia de la familia en el que se ponen de manifiesto de forma más evidente los problemas de las parejas y se adoptan decisiones que se han ido postergando, por diferentes razones, durante el año”.
Dos perfiles diferentes
“Nos encontramos con dos situaciones estos días, en septiembre. Por un lado, hay personas a las que el periodo vacacional le ha servido para confirmar su decisión previa y, por tanto, vienen con las ideas muy claras, decididos a llevar a cabo todos los trámites. Y por otro lado, vienen personas que han pasado un periodo vacacional lleno de discusiones y fricciones y quieren informarse acerca de los tramites y consecuencias de la separación o el divorcio, de cara a poder valorar la situación y tomar una decisión”, confirma la abogada Sofía Fierro Domecq.
10% menos que el año pasado
Según el Servicio de Estadística del Consejo General del Poder Judicial, la primera parte de este año ha destacado por la reducción del número de divorcios. En el primer trimestre de 2023 el número de demandas de disoluciones matrimoniales, nulidades, separaciones y divorcios, en total 22.647, disminuyó un 10,3 % respecto al del mismo trimestre de 2022.
No es que haya menos familias que quieren divorciarse, sino que simplemente la necesidad de divorciarse no se ha materializado tanto como en otros comienzos de año, y ello acumula familias que mantienen crisis matrimoniales y familiares sin gestionar.
Además, las tres huelgas que se han sucedido en los Juzgados este 2023 tampoco ha ayudado a facilitar la resolución de procesos judiciales.
Aproximadamente el 30% de los matrimonios que han tomado la firme decisión de divorciarse no están materializando su divorcio por no poder afrontar los gastos que supone hacer vidas por separado, y se ven obligados a seguir viviendo juntos.
La mala situación económica también favorece el hecho de una mayor presión a las familias que a duras penas pueden llegar a final de mes juntas.
Un cambio este año
“Este año hemos notado un cambio significativo», asegura María José Rodríguez.
Y añade: «Habitualmente, nos contactaban tras las vacaciones, y a partir de entonces comenzábamos a trabajar en el caso. Sin embargo, este año ha aumentado el número de personas que han acudido a nosotros antes de las vacaciones de verano, con la intención de informarse, asesorarse y empezar a trabajar en su caso para iniciar los trámites de su divorcio en septiembre”.
“Esto es muy positivo. Es importante adelantarse, tener una estrategia y ponerla en marcha antes de comunicar nada a la otra parte, especialmente cuando se vislumbra que difícilmente va a poder alcanzarse un acuerdo, y que, inevitablemente, se tendrá que acudir a un procedimiento contencioso o cuando hay riesgo de maltrato» confirma.
En este sentido, la letrada recuerda que es muy importante consultar con los y las profesionales de la abogacía con carácter preventivo, antes de que surja cualquier conflicto o problema: «Es una forma de protegerse y situarse en una posición más favorable desde el punto de vista legal para afrontar el proceso, ya que se actuará desde un principio conforme a la estrategia diseñada entre el despacho y el cliente, sin dejar nada a la improvisación o el azar. Además, desde el punto de vista emocional también se preparan y disminuye el nivel de ansiedad que suele generar este tipo de situaciones», concluye.
¿Cómo es el proceso de separación y divorcio?
“En una primera visita, nosotros siempre les aconsejamos lo mismo: que la decisión de separarse o divorciarse debe ser una decisión 100% personal, no influida por terceros y que deben tenerlo muy claro. Ante la más mínima duda, no recomendamos que inicien el proceso, pues no es una decisión que se deba tomar a la ligera”, afirma Sofía Fierro.
Y continúa: “La duración de un procedimiento de separación o divorcio es muy variable y depende de muchos factores. Las fases también varian en función del tipo de procedimiento, si es de mutuo acuerdo o es contencioso».
En el caso de mutuo acuerdo la fase de negociación depende de como estén de cercanas o de lejanas las posturas de una y otra parte. «En el despacho, siempre recomendamos a los clientes un mutuo acuerdo por muchos motivos, pero principalmente porque son ellos los que deciden y no un tercero completamente ajeno a ellos (el juez). Es un acuerdo personalizado a la medida de sus vidas y la mejor manera de comenzar una nueva etapa, máxime cuando hay hijos. Además, el procedimiento judicial de mutuo acuerdo siempre es mucho más rápido. Depende del partido judicial competente pero, en líneas generales, desde que se presenta la demanda con el Convenio y hasta que obtenemos la Sentencia, pueden pasar entre dos y cuatro meses», confirma la abogada.
Y continúa: «Para un procedimiento contencioso, los tiempos y las fases se alargan mucho más. Depende de muchos factores: solicitud de medidas provisionales, periciales psicosociales, etc. En este caso también influye en gran medida el partido judicial competente pero, en líneas generales, estamos hablando de un año aproximadamente desde que se interpone la demanda”.
Familia para siempre
Los abogados insisten en la resolución de manera amistosa. “Lo primero que les aconsejamos es que, siempre que sea posible, resuelvan la situación de forma amistosa, ya que un proceso de mutuo acuerdo evita los enfrentamientos que suelen surgir en un procedimiento contencioso, normalmente es más rápido, menos costoso emocional y económicamente, y menos traumático para las partes y sus hijos», afirma María José Rodríguez.
«También les recordamos que, aunque se divorcien, si tienen hijos en común, nunca van a poder desvincularse totalmente del otro miembro de la pareja porque van a seguir siendo familia. En este escenario, lo más recomendable es llevarse lo mejor posible», confirma.
Consejos de las letradas
Rodríguez Rojas aconseja a sus clientes que «tengan claro el objetivo y actúen en consecuencia, que busquen lo más práctico y no se dejen llevar por el resentimiento, el despecho o el deseo de venganza. Hay que centrarse en lo realmente importante y en lo más práctico y beneficioso para todos, velando por el interés y el bienestar de los menores».
Y en último lugar, «aconsejamos que no oculte nada a su abogado o abogada”, asegura Rodríguez Rojas.
Y añade que: “atendiendo a las circunstancias de cada caso, les damos consejos y pautas sobre lo que deben hacer y lo que no, les decimos que no hagan nada sin consultarnos previamente, que tengan especial cuidado con lo que publican en redes sociales, estados de WhatsApp, etc. porque puede dificultar un acuerdo o ser utilizado por la otra parte para intentar perjudicarles u obtener ventaja”.
Los hijos y los ahorros
Las expertas en separaciones y divorcios coinciden en que uno de los principales conflictos se producen con el tema de los hijos, cuando los hay. “Los mayores conflictos generalmente se plantean cuando se tratan las cuestiones relativas a la custodia de los hijos y económicas. Sin embargo, debemos tener en cuenta que, en este ámbito entran en juego los sentimientos y las emociones, por lo que pueden generarse conflictos en cualquier momento y por cualquier motivo”, asegura Sofía Fierro.
“Personalmente creo que la fase que entraña más dificultad es la primera, la que supone el comienzo del procedimiento. Tomar la decisión de separarse y la forma en que se va a llevar a cabo, es lo que conlleva mayor dificultad y supone un mayor conflicto para las partes. Una vez que el procedimiento ya ha comenzado, la dinámica suele resultar más mecánica. Evidentemente, cuando se acerca la fecha del juicio también se incrementa el conflicto entre las partes pues las respectivas familias (a veces también las amistades) suelen tomar parte activa en dicho conflicto. Pero al tener la estrategia bien definida y las medidas solicitadas claras, incluso en este momento la defensa de la parte es menos compleja que en la primera fase”, confirma Amalia Calderón.
Para María José Rodríguez, “la fase en la que se suelen generar mayores conflictos es aquella en la que los dos miembros de la pareja tienen conocimiento de que se va a producir la ruptura de la relación que mantenían hasta entonces, pero aún conviven bajo el mismo techo. Este es el motivo por el que solemos aconsejar que el cese de la convivencia se produzca cuanto antes”.
¿Es caro o barato un divorcio?
“En general, los honorarios profesionales de la abogacía suelen sorprender gratamente a los extranjeros, pues en la mayoría de los países comunitarios y EEUU los costes son importantes. No obstante, la libertad de honorarios que rige en nuestras leyes (para garantizar la libre competencia) permite que cada despacho tenga su propia tarifa y ello lo que conlleva a que, por el mismo procedimiento, se puedan obtener presupuestos absolutamente dispares”, concluye Calderón.
Para Sofía Fierro, «depende de cada caso y de la complejidad del mismo. Siempre es más económico un divorcio o separación de mutuo acuerdo que un contencioso. Ahora bien, en comparación con otros países de nuestro entorno, es relativamente barato. Y, si ya nos comparamos con Estados Unidos por ejemplo, aquí, definitamente, es más económico», concluye.
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