Las vacaciones estivales son sinónimo de disfrute, descanso y relajación. Sin embargo, este segundo verano pandémico está poniendo difícil que la población logre alcanzar esa desconexión emocional necesaria al tener que seguir lidiando con las dificultades de seguridad y distancia social en una situación de pseudolibertad de las restricciones. Esto, sumado al estrés generado por una mayor convivencia familiar y con uno mismo durante las vacaciones, puede dificultar aún más lograr ese descanso, llegando a provocar ciertos problemas anímicos y mentales ya que no desconectar correctamente tiene consecuencias. Y así se palpa en el ambiente general y en las relaciones de pareja en particular, provocando una oleada de divorcios. De hecho, según los expertos de Top Doctors.es, la población está más enfadada, hastiada y cansada que hace un año.
«La pseudolibertad hace que se genere una sensación de inestabilidad e inseguridad y, por ende, enfado al no tener una certidumbre de cómo va a ser la vida, al no tener seguridad sanitaria, al no poder elegir al 100% qué hacer. Todo ello se traduce en un incremento exponencial de la ansiedad entre la población, sobre todo de la agorafobia o miedo a salir de casa, patología que se detecta en las consultas con un incremento del 30% más que hace un año», explica Bárbara Zapico, especialista en Psicología y miembro de Top Doctors.es.
El papel de la pandemia
E indudablemente desde que empezó la pandemia se ha incrementado el tiempo de convivencia a nivel familiar y en pareja. Y ese mayor tiempo de contacto y cercanía todavía es aún mayor durante las vacaciones de verano, lo que puede derivar en problemas de relacionales e incluso pone en riesgo la continuidad de muchas parejas. «Las exigencias relacionales son cada vez más estrictas y no admitimos lo diferente del otro. Además, cada vez más se busca encontrar el placer en todo lo que se hace. Y esto no siempre es posible», explica la Dra. Zapico.
«Cada vez más se busca encontrar el placer en todo lo que se hace y esto no siempre es posible»
Bárbara Zapico , Psicóloga
La Psicóloga y miembro de Top Doctors Pilar Juan Navarro cuenta que, aproximadamente entre un 20% y un 30% de las consultas tras el periodo vacacional estival están relacionadas con problemas en la relación de pareja. Para evitar los roces de pareja durante el verano, es recomendable encontrar momentos de intimidad exentos de móviles y aparatos tecnológicos, organizar actividades conjuntas y por separado para poder compartir experiencias, aumentar y mejorar la comunicación de las inquietudes, agobios, alegrías etc.
Más divorcios
Además del hartazgo de compartir mucho tiempo con nuestra pareja, algo que no parecen llevar bien muchas personas, cabe destacar que, en muchas ocasiones, suele haber terceras personas: «Está claro que si nuestra pareja nos deja de hacer sentir esas ‘mariposas’ iniciales, ese concepto de amor romántico que desaparece por pura química, pueden aparecer terceras personas que hagan tambalearse la relación generando o no una ruptura», dice Zapico. Eso sí, recuerda que antes de tomar una decisión sobre la relación, «es importante evaluar qué está ocurriendo», y ver hacia dónde nos dirigimos como pareja.
Tal como dice la psicóloga experta en terapia de pareja y familia, para poder hablar de amor, tendríamos que tener en cuenta tres partes del cerebro: el cerebro límbico (emocional), el cerebro cortical (racional) y el cerebro reptiliano (instintivo). «El enamorarse rápidamente, el ‘flechazo’, se da en una fase inicial de la relación basado en un principio de placer, idealización y fusión con la persona amada», indica. Según asegura la experta, es un estado de enajenación donde las dos personas sienten una fuerte atracción gracias a «una serie de constructos tanto físicos como biológicos».
«Las relaciones de pareja, a medida que avanzan los años, son fluctuantes y variables. El mayor tiempo juntos durante el verano hacen que afloren conflictos no resueltos que aparecen a lo largo del año que están mitigados por los quehaceres cotidianos, como el trabajo, los niños, los deberes o el espacio de cada uno», apunta, por lo que las expectativas acerca de la relación, al pasar más tiempo juntos, hace que seamos más conscientes de cómo es el otro, y eso hace que nos sintamos decepcionados. «Ese enamoramiento inicial desaparece para dar paso a un amor más maduro y realista, y en algunas ocasiones eso no nos agrada y nos distancia de nuestra pareja», continúa.
«Antes de tomar una decisión sobre la relación, es importante evaluar qué está ocurriendo, y ver hacia dónde nos dirigimos como pareja»
Pero no todo queda en pareja… también pueden aparecer conflictos familiares, con las familias de origen del otro cónyuge, incrementándose los conflictos y la distancia entre la pareja. «Estos pueden ser algunos de los múltiples aspectos que hagan que la pareja sea más consciente del otro, provocando con ello el distanciamiento y en algunas ocasiones, la separación. Las parejas que duran pasan necesariamente por crisis, las afrontan y aprenden de ellas», concluye.
Para salvar una relación que peligra
Alicia Aradilla, socióloga y experta en neurolingüística, comenta qué es lo que necesita toda relación de pareja:
– Comunicación asertiva. Teniendo una predisposición a expresarse sin ofender ni ser ofendido.
– Escucha activa. Escuchando todo el discurso del otro, sin interrumpir y por supuesto, sin rebatir o discutir.
– Inteligencia emocional. Preguntándose a uno mismo ¿Cómo me siento al escuchar esto?, aceptando esa emoción para que se transforme y posteriormente gestionándola, aquí entra de nuevo, como secreto a voces: la inteligencia emocional.
– Autoconocimiento. Ponte en el lugar del otro, literalmente, siéntate en su silla habitual de la mesa o en su rincón del sofá, respira conscientemente, ponte en su lugar y está atento a las sensaciones y pensamientos que se dan en tu interior.
– Humildad y valentía. Si tras varios intentos de resolución de conflictos y sanación emocional, no se consigue, acudir a un profesional.
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