Divorcio a los 50

En los últimos años el número de personas que han cumplido medio siglo y deciden poner fin a su matrimonio no ha parado de aumentar. Las reglas del juego, dicen los expertos, han cambiado

Hace unos años, un famoso escritor alemán le preguntó a un amigo y colega de 65 años que acababa de divorciarse por qué lo había hecho. El hombre, sin pensarlo, contestó: «Mi mujer no soportaba cómo cerraba el tubo de la pasta de dientes». La respuesta, por cáustica que resulte, resume a la perfección lo que cada año le ocurre a cientos de parejas maduras. Después de décadas de convivencia y de haber sacado adelante una familia, lo más insignificante puede abrir la caja de los truenos.

Algo así fue lo que le ocurrió a María. Veintiséis años y dos hijos después de haber pasado por la vicaría y haber prometido amor eterno a Fernando, tomó la decisión de separarse. Con la niña trabajando y el chaval a punto de terminar la carrera, María puso fin a una relación que llevaba años haciendo aguas. «Durante los años que hemos estado juntos hemos evolucionado de manera distinta. Nuestros gustos, las cosas que nos interesan o emocionan no tienen nada que ver. Sin quererlo, empezamos a dejar de compartir otra cosa que no fuera la casa o la educación de los niños», dice esta médico de 55 años, que asegura que no es necesario que haya terceras personas para que una pareja madura tome la decisión de seguir adelante cada uno por su lado.

Fernando y María protagonizaron uno de los 33.890 divorcios que tuvieron lugar en España el año pasado entre mayores de cincuenta años, un sector de población en el que las rupturas, según ha publicado esta semana el Instituto Nacional de Estadística (INE), no han dejado de crecer.

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